martes, 16 de agosto de 2011

La lucha no ha terminado


Mientras existan clases dominantes y clases dominadas, siempre existirá la lucha de clases. Mientras existan explotadores, habrán explotados.Mientras exista riqueza, habrá pobreza. Mientras el dinero, sea la cota máxima en la lucha por el poder, habrán clases privilegiadas que lucharán por mantener sus privilegios y habrán clases no privilegiadas que lucharán por la promesa de los privilegios.

¿Cual debe ser la lógica de una coherente lucha de clases, para ir más allá de las aspiraciones materiales en los términos del capital? ¿Como anteponer un cumulo de satisfacción de necesidades espirituales en este mundo material?

La lucha de clases, como motor de la historia, se soporta en el sistema de necesidades de la sociedad material. Por eso el capitalismo tiene espíritu. ¿Cual es el espíritu del socialismo? ¿Hacia donde apunta la lógica material del socialismo? Es una sociedad sin clases? Es una sociedad sin dominación? Es una nueva hegemonía?.

La respuesta, no está en ninguna parte. Acuñandole un sentido dialéctico a la historia, el devenir de los tiempos será caracterizado por la lucha constante entre las fuerzas materiales, inspiradas en la realidad objetiva de la sociedad material. El valor cualitativo de la lucha por la transformación de esta realidad material por otra, radica en hacer viable un nuevo proyecto de humanidad, fortaleciendo el hemisferio espiritual, brindándole de un espíritu al socialismo, basado en la practica innegociable de la liberación plena del individuo dentro del colectivo, suprimiendo cualquier forma de opresión material y encaminándonos colectivamente a un estado de felicidad que constituya una transformación de nuestro sistema de necesidades humanas. Repito; de nuestro sistema de necesidades humanas. Si se transforma nuestro sistema de necesidades humanas, en el marco de una nueva espiritualidad, no habrán condiciones materiales que determinen el sistema de lucha de clases en este mundo material. La espiritualidad, será la clave en un nuevo orden de la lucha de clases, no para la sujeción de una clase por otra, sino para la complementación de las ideas y la espiritualidad, en una confrontación dialéctica que no implique el sometimiento de las personas a las luchas intestinas que son naturales en el contexto de cualquier sociedad material.

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