Una aproximación a la campaña presidencial de la derecha venezolana.
Hay elementos propios del desarrollo de la actividad política, que ya salen de los términos estrictos de la política y se parecen más a los del desarrollo de la actividad comercial. Nos referimos a esas situaciones en las que un candidato político, no es un líder político, sino un producto (casi comercial) que hay que vender, cuando no se habla del estudio de las variables y realidades políticas, sino que se habla de marketing político, cuando el desarrollo de la actividad política no recae en el liderazgo de una persona, sino en lo que así dice un panel de publicistas.
Hablar de la candidatura de Radonski, implica hablar de JJ Rendón (Publicista, artífice de la propaganda negra electoral de la derecha en Latinoamérica), de la Polar, de Cinex, de la Cadena Capriles de medios de comunicación, de Fedecámaras, de Globovisión, de Miss Venezuela, de Primero Justicia, de Sambiles, de los venezolanos en Miami y de un desfile entero de lo más característico de la derecha más sifrina de Venezuela. Lo cual es un producto, eso, un producto de nuestra formación económica y social rentista, importadora, banal, consumista, de tetas de silicona y actrices de TV, gestadas a la sombra de décadas de capitalismo rentista. Los que están detrás de Radonski, lo que saben es vender, o artículos de consumo, o políticos. Siempre lo han hecho.
Estos sequitos económicos y políticos, son lo que queda de tantas décadas del manejo del poder por parte de grupos, familias y compadrazgos, que han dominado (y siguen dominando) espacios de poder, gracias a la sublimación y a las promesas de la lógica capitalista. Básicamente “nos vendieron” la idea de una democracia feliz, de un país de oportunidades para todos. Nos vendieron la idea de que cada muchacha del barrio debía parecerse a una Miss Venezuela, de que aquí todos podemos ser como Mendoza o Cisneros, de que está bien ser como ellos, de que hay que ser necesariamente rico (o como en las telenovelas, tener un padre secreto que si lo sea). Nos enseñaron a estar jodidos en esta vida por ser negros, pobres, gordas y viejas. Nos enseñaron que los carros más grandes y caros daban un status social más alto. Nos vendieron la idea de que ante el saqueo económico de la minoría de la clase alta, lo necesario era que las familias pobres tuvieran que apretarse el cinturón. Nos vendieron la idea de que la democracia era ir cada 5 años a votar por las diferentes “opciones” de la misma cosa. Nos vendieron la idea, de que fue necesario salir a matar a 5000 venezolanos cuando El Caracazo, para poder restablecer la paz y el orden. Nos vendieron la idea de que las privatizaciones eran buenas. Que era bueno liberar los precios de los alimentos. Que era bueno regalarle el petróleo a Estados Unidos. Nos vendieron un discurso tecnócrata cuando quebraron los bancos porque los banqueros se llevaron los reales. Nos vendieron que el aumento de la gasolina era bueno, que la inflación era necesaria. Nos vendieron la idea de que los pobres eran pobres exclusivamente por ser flojos y holgazanes. Nos vendieron como buenos todos los paquetazos y la venta del país al Fondo Monetario Internacional. Nos vendieron al Gocho Carlos Andrés, a Lusinchi, a Caldera y cuanto bicho raro que se haya montado en el coroto.
Nos vendieron la idea de progreso, justo en los momentos de mayor retroceso político, económico, social y cultural en la historia de Venezuela. Y nosotros les compramos la labia.
La candidatura de Radonski, no es ni será la candidatura de Radonski, como nunca fue la de ningún gobernante de la derecha venezolana en el pasado. Ellos todos fueron, y son, una carátula, la portada de un disco rayado, un remake de canciones de “Los panchos” ahora versionadas en Reggeton.
La derecha nacional solo se preocupó en vender expectativas, productos, en el imaginario colectivo, de manera sistemática y perenne, sublimando las aspiraciones pequeño-burguesas, en la creencia en el progreso y la libertad (siendo estas meras ilusiones para inmensos sectores sociales), y que estaban representadas en políticos de turno. La intersubjetividad del capitalismo rentista venezolano, durante décadas trabajó intensamente en la médula del imaginario colectivo, donde subyacen la cultura, los valores y la forma de ver el mundo. Nos vendieron falsos líderes, con falsas aspiraciones para con los humildes. Nos vendieron el progreso, el pan y el trabajo, pero nos metieron la antipolítica neoliberal, antipobre, antisocietal, antihumana. Nos vendieron zamuro por gallina.
El pueblo venezolano fue adoctrinado para venerar a los ricos y famosos, y de no haber sido por eventos como El Caracazo y otras conmociones sociales como el 4-F, la sociedad venezolana no hubiese dado parto, de manera progresiva, a personas, grupos y sectores, cada vez más conscientes y con un enfoque societario crítico, que diera al traste con el mapa político nacional.
Desde la intersubjetividad del capitalismo nacional, surgieron todos los productos culturales que conocemos en nuestro tiempo, sobre esa base espiritual y apalancada en la base material de quienes aún detentan el poder económico, la lucha continúa hoy en el escenario político. Los empresarios, las empresas, los amos del poder, ya no confían en sus capataces en la política, ellos mismos dan ahora la pelea con todas sus armas. Como lo que saben es vender, entonces sacaron al ruedo un artículo político llamado Enrique Capriles Radonski.
Radonski no es un candidato, un lider. Radonski es una imagen construída sobre las bases culturales instauradas por los mismos sequitos económicos y políticos en la candidatura de Radonski. Marcuse, en “El hombre unidimensional” afirma en que el contenido mismo de la conciencia humana ha sido fetichizado (en términos marxistas) y que las necesidades mismas que el hombre inmerso en esta sociedad reconoce, son necesidades ficticias, producidas por la sociedad industrial moderna, y orientadas a los fines del modelo. La vigencia del capitalismo en Venezuela, es el condicionante subjetivo sobre el cual la derecha venezolana coloca sus aspiraciones. Un hombre joven, blanco, bien parecido, asociado al éxito personal empresarial, apoyado por los medios, empresas Polar y un sin fin de constructores de fetiches, es la opción lógica como candidato “vendible” en términos del marketing político. Pero para eso deben ensuciarle la cara un poco, hacerlo parecer muchacho de barrio que juega basket, colocarlo como “progresista” de izquierda moderada y como líder comprometido con las causas sociales del chavismo.
La paradoja del marketing político de Radonski, es mantenerlo como imagen del oposicionismo duro y sifrino, pero hacerlo “Consumible” a la apetencia del “Consumidor” chavista. Que los chavistas lo compren es la idea. Sobre el “Proyecto” político de Radonski, que no es tal cosa, existe una cara lavada del proyecto neoliberal, que no hay que divulgar mucho, pues muchas de esas recetas ya son bien conocidas, especialmente por el chavismo, que al parecer, si está interesado en leer la etiqueta del producto, cosa que no sucede tanto en la derecha antichavista. Solo la ambigüedad del “Autobús del Progreso”, con una mezcla de “Capitalismo popular” se ha dado a conocer, aderezado con “Bodeguitas del progreso” para darle mejor color a la propuesta. La receta es una versión de la vieja “Alianza para el Progreso” y de la gastada promesa de progreso de la vieja escuela Adeca, pero con un tono un tanto chavista para compradores incautos, dándole sabor popular para llegarle a la gente de a pie.
La enajenación creada desde el sistema capitalista en Venezuela, se desarrolló para legitimar el sistema plutocrático, que dejó por sentado que los ricos, empresarios, tecnócratas y similares, eran los más indicados para el manejo de la cosa pública, por muchas razones (por ser ricos no van a robar, son más eficientes, son honestos, son desinteresados, quieren ayudar a quienes no son como ellos). Esta alteración y deformación, en la conciencia de los individuos de sus auténticas relaciones de vida, legitimó a la sociedad de los pobres que mantienen en el poder a los ricos. Esta es una clave de la lucha social y de clases, pues los más poderosos se imponen sobre los más débiles. Para recuperar el poder político nacional, la derecha en Venezuela debe recurrir a esos mecanismos culturales, prometiendo un estadio de felicidad, paz social y progreso, según la premisa de que quienes están en el poder económico (los ricos), deben ejercer el poder político, para hacer funcionar adecuadamente a la sociedad e incorporar al progreso y bienestar, a todos los sectores sociales, según lo dictaminen los más “capacitados” para hacerlo. Para salir del atraso y el subdesarrollo. Para que seamos como del 1er mundo. Para que seamos como los venezolanos exitosos en las esferas del poder económico.
El discurso subyacente en la candidatura de Radonski, se basa en apelar a la intersubjetividad del imaginario colectivo venezolano, que implica que de manera individual, cada persona tiene aspiraciones materiales concretas de vida. En el chavismo, eso se llama desarrollo social, igualdad y “Buen vivir”. Pero en el mundo capitalista, eso se conoce como el desarrollo individualista de las aspiraciones pequeño-burguesas. Entre el capitalismo vigente en Venezuela, y entre el socialismo del buen vivir, hay una línea delgada que muchos no diferencian. Muchos no saben diferenciar una cosa de la otra. El crecimiento de los ingresos petroleros y la riqueza inorgánica en la calle, exacerba el consumo, las aspiraciones personales y la banalidad, producto de una riqueza no del todo asociada al trabajo y a la moderación. La clase media, principal beneficiaria de la revolución bolivariana va por más, y los pobres quieren ser clase media. El embeleso capitalista, en esta coyuntura de construcción del socialismo, deja lagunas, espacios en blanco, la “necesidad” del desarrollo material individual como variante difusa, que no se enmarca ni en el capitalismo ni en el socialismo.
Según Jesse Chacón en un estudio realizado por GIS XXI en febrero de 2011 de poder hacer lo que quisieran, montar un negocio propio, es una acción que realizarían las venezolanas y venezolanos, un 88%, lo cual implica que el emprendimiento individual (que no está reñido con un marco socialista de Pymes bien administradas) es un valor, un componente del imaginario venezolano, según este trabajo fundamentado en la “Sociología del gusto” inspirada en Bourdieu. La preferencia de los votantes a un sistema político que venere el éxito y el emprendimiento individual es el premio que se quiere capturar con el anzuelo del “Autobús del progreso”. En eso piensan los publicistas de Radonski.
Pero el hecho de que la derecha asista a este recurso, es paradójico, al ver a un Chávez pregonando el “Organizate y progresa” de los múltiples entes para el emprendimiento nacional y el desarrollo socioproductivo. Chávez habla de Banmujer, BancodelPueblo, Fondo Bicentenario, Inapymi, Fondes, entre otros, que de manera individual y asociativa, incentivan la nueva economía. Alguien salió a vender lo que nosotros ya teníamos en el estante y con un “mejor” y engañoso precio de oferta. Error nuestro de los revolucionarios.
Necesario es desmontar el discurso engañoso de la derecha, y recalcar que su producto político para la venta, es falso y no supera los estándares de calidad política y de enfoque social a los cuales hemos estado acostumbrados con Chávez. Hay que desmontar del imaginario colectivo el discurso hipócrita de bienestar y progreso igualitario de Radonski, poniendo al descubierto lo que ya está demostrado históricamente: la clase política empresarial venezolana solo se ha preocupado históricamente por ella misma, usurpando el poder político a expensas del malestar social, para su propio beneficio.
Una Venezuela banal, sifrina, superflua, ricachona, empresarial, chula de los dólares, discriminadora de los pobres, antipolítica y antihumana, que no termina de morir, quiere volver al poder político nacional, vendiendo un articulo de dudosa procedencia. Radonski ya se parece a cualquier “Abdominazer” de infomercial de las 2:00am, que promete hacer bajarle la panza a cualquier gordo de 150 kilos con 7 minutos de ejercicio al día durante un mes, ¡con fotos de gorditos que rebajaron y todo! La promesa de progreso, bienestar y paz social de la derecha, suena a cuento de camino con semejante prontuario y con incapacidad demostrada de la derecha para desarrollar la igualdad, el sosiego y el desarrollo integral de los venezolanos. Depende de nuestra claridad política y nuestra cohesión política y social, dejar claro ante el país, la necesidad de superar el discurso burgués y construir el discurso del desarrollo societario de nuevo tipo.
Podrán tener Radonski listo para llevar. Que lo vendan como quieran y a quien puedan. Nosotros ya tenemos a Chávez, que es como nosotros, que es de los nuestros. ¡A poner a Radonski en el estante y a llamar al Indepabis por estafa, usura y engaño al consumidor!
Franco Vielma
Sociólogo, Venezuela
(Colectivo de Acción Revolucionaria CAR)
Twitter @FRANCO_VIELMA