El anuncio del Gobierno argentino de nacionalizar el 51% de las acciones de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), ha generado un revuelo de proporciones políticas enormes, que se ha replicado de manera enérgica en medios internacionales. Los anuncios fatalistas de politiqueros de oficio de la derecha internacional y las predicciones de los opinólogos tarifados pseudoespecialistas no se han hecho esperar.
Pero necesario es reconocer, que la medida de Argentina, pese al gran escándalo que ha generado, no es otra cosa que una medida lo bastante modesta, para intentar revertir la matriz política asociada a la energía y a los hidrocarburos. Actualmente YPF, cuenta con solo el 30% del manejo del petróleo y el 25% del gas argentino. Y hablamos de una Argentina que importa buena parte de sus hidrocarburos. Esto implica que el Estado argentino estaría lejos de asumir una posición de dominio a corto plazo en el mercado energético en su país. Esta no es una nacionalización masiva de la actividad petrolera y gasífera. Tampoco es una nacionalización de yacimientos, de reservas, ni de los derechos para la exploración y producción en toda la Argentina. No cambia significativamente el mapa del actual sistema de consesiones, ni la actual sinergia del capital privado en el sector de hidrocarburos en ese país. Por otra parte la nacionalización de Argentina se reserva el derecho de preservar el 49% restante de la empresa YPF en manos de sus actuales accionistas. En realidad solo se están expropiando los activos de Repsol en YPF.
Repsol anunció que llevará a cabo las acciones legales necesarias para "preservar el valor de todos sus activos y los intereses de todos sus accionistas", aludiendo al tratado de protección de inversiones firmado por España y Argentina en la década de 1990. Entre las medidas anunciadas se cita una demanda contra el Estado argentino ante el Centro Internacional sobre Diferencias relativas a Inversiones, del Banco Mundial. Repsol critica también la medida por "discriminatoria", al ser el único accionista de YPF sujeto a la expropiación.
La medida del Gobierno argentino, tiene la cualidad de ser una medida de carácter más simbólico, que estructurante, en la configuración de un nuevo mapa en la política energética. Argentina no va rumbo “al comunismo” o “al socialismo de Chávez” como lo anuncian algunos desaforados de la derecha en medios internacionales. La reacción desde el escenario político es contundente por parte de España, y los “indignados” no son los que protestan y duermen en las calles de España, los indignados ahora, son los grandes factores del poder económico enquistado en el Gobierno Monárquico español. La medida es considerada por los españoles como “estrafalaria” e interpretada como un “ataque” contra el Gobierno español, lo cual, implica la persistencia de la visión colonialista por parte de estos rancios factores de poder. En pleno siglo XXI, el Rey mata elefantes en África, y sus capataces políticos les dicen a los argentinos que no deben disponer de sus recursos naturales. Hasta este momento, España ha llamado a su embajador en Argentina, y Felipe Calderón, Presidente de México, se coloca del lado de Repsol y de España, esperando que Cristina Fernandez rectifique. Es la forma en que se articulan los capitales transnacionales. Repsol, con sus agentes tarifados en el Gobierno español, también mueve sus hilos políticamente en Latinoamérica, haciendo hablar a un Calderón servil a los intereses transnacionales que han dilapidado históricamente a Pemex.
Los intereses económicos de Repsol, en su filial YPF, implican que en 2011 YPF representó 25,6% de su resultado de explotación, 21% de su beneficio neto y 33,7% de sus inversiones. En realidad la verdadera importancia de YPF para Repsol era a largo plazo, con el yacimiento estratégico de Vaca Muerta, que al parecer era muy jugoso. Repsol se queda ahora mismo sin esta parte del pastel que contaba con ella para el futuro, pues Repsol-YPF había estimado a principios de febrero que ese yacimiento, descubierto en 2011, contenía el equivalente a 22.800 millones de barriles de petróleo. Ya a finales del año pasado el grupo lo calificaba como "el mayor descubrimiento de su historia". Esto implica que Argentina se reserva el derecho de manejar estratégicamente, lo que llamamos en Venezuela, “el lomito” de su reserva en hidrocarburos. De ahí la importancia de la medida a mediano y largo plazo y de ahí se explica la reacción tan violenta de los factores hegemónicos y neocoloniales. Ya no luce tan modesta la medida del Gobierno argentino. Esto, estas reacciones, este traslado de una reyerta económica al plano político, es previsible en un mundo de energía transnacionalizada y con cada vez menores y codiciadas reservas. Actualmente hay guerras, donde cientos de miles mueren, por la cuestión del saqueo energético. Es de esperarse un manejo del tema desde el escenario político, enfrentando a la derecha española, con la izquierda moderada de Argentina. Es la visión del mundo capitalista clásico, privatizado, contra la visión emergente, de regreso a la soberanía que tiene tantas versiones en este lado del mundo. Repsol apuesta a su longevidad fundamentada en un negocio desigual y saqueador en Argentina y por esto peleará con uñas y dientes para mantener sus negocios en las condiciones actuales en ese país del Sur.
Por otra parte, siendo Argentina un país con gran expansión en los cultivos mecanizables y en la agroindustrialización, el manejo adecuado de los combustibles, es medular, a los fines de mantener un precio coherente de los mismos, para hacer de los rubros agrícolas argentinos, competitivos (capitalistamente hablando) o de bajo costo para su exportación. Argentina, fundamentalmente asume el reacomodo de su mapa energético, para proteger otros sectores de la economía altamente vulnerables a condicionantes actuales como el precio de los combustibles y la influencia entre la producción nacional de crudo y su importación. Pero en el contexto de la sociedad argentina, estas variables siguen siendo distorsionadas y hasta omitidas en los medios.
Puertas adentro del país del sur, Cristina Fernandez asume una dura batalla política, ante la satanización de la medida. Las similitudes entre esta medida contra Repsol y la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco en Venezuela (el reservorio de petróleo más grande de todo el planeta), son inevitables. La batalla de Argentina contra Repsol, no deja de parecerse a la batalla de Venezuela contra Exxon. El capital transnacional asume el mismo estilo, y se comporta casi de la misma manera en casi todas las latitudes del mundo no desarrollado. La única explicación que subyace en esto es que el origen del actual capital transnacional, es el mismo: fue aquel que una vez se acumuló en Europa a expensas del saqueo de América y África. Las corporaciones transnacionales del presente, tienen la marca de nacimiento de la era colonial, tienen la marca de la época histórica que les dio parto. Su lógica, su metabolismo, su naturaleza es imponerse. Los capataces del poder económico y que funcionan como regentes del poder político en España, van a endurecer sus ataques y sus formas de presión para que la medida sea desechada en el parlamento argentino y luego en instancias internacionales, donde las corporaciones imponen sus presiones y hacen ejercicio de su hegemonía. La pelea está por definirse.
La alharaca está montada y la mesa está servida. El escándalo mediático y la satanización de esta nacionalización estarán a la orden del día. Una economía española que se derrumba, enfrenta puertas afuera, una batalla por su muy precaria supervivencia. Venezuela se coloca del lado de Argentina, poniendo al servicio del pueblo argentino, las capacidades en materia petrolera, que es una de las cosas que los venezolanos mejor sabemos hacer. PDVSA, queda al servicio del pueblo argentino y su Gobierno. Esto también ha levantado opiniones y ataques. El escándalo desproporcionado de todo el poder mediático internacional de la derecha no se ha hecho esperar. Argentina ha entrado a formar parte del “eje del mal” que asume una postura soberana con sus recursos, y se ha hecho acompañar de “comunistas”, “socialistas” y cualquier otra cosa calificada de esperpento por parte de la derecha, en una escalada que auyenta las “muy bien intencionadas” inversiones españolas. Que semejante majadería, la de una España en quiebra, gobernada por un rey “elegido por Dios”, que viene a darnos lecciones de economía y democracia a nosotros los del Sur.
Quijotescamente, podríamos decir que los perros ladran, señal de que estamos avanzando. La pregunta es, ¿Por qué no se callan?
Franco Vielma
Sociólogo, Venezuela
Colectivo de Acción Revolucionaria
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